Sala de historia de la Tauromaquia. Escena de encierro en el matadero de Sevilla.

Entre los cuadros que se guardan en la sala dedicada a la tauromaquia de la plaza de Ronda se encuentra una obra anónima datada en el primer tercio del siglo XVIII que representa una escena en el matadero de Sevilla, cuya explanada está considerada como el primer ruedo de la historia y que fuera sede de la Escuela de Tauromaquia que dirigiera Pedro Romero de 1830 a 1833.

“Todas las semanas llevan dos hatos de flacos animales al gran matadero que está situado entre una de las puertas de la ciudad y el arrabal de San Bernardo. Siempre se reúne en aquel llano un buen número de gente que agitando sus capas y con agudos silbidos logran con frecuencia dispersar la piara y separar a la res mas brava para divertirse con ella. Es un juego alegre y efectista, y rara vez resulta peligroso cuando lo practican los entendidos. Recibe el apropiado nombre de ‘capeo’. Todos los vecinos del barrio de San Bernardo, hombres, mujeres y niños, son grandes aficionados a él. Pero es en los mismos corrales del matadero donde se entrenan los toreros de profesión bajo la presidencia de un capitular del Ayuntamiento, que suele invitar a sus amigos a contemplar el espectáculo. El matadero está tan admitido como escuela de tauromaquia que se le da el apodo de Colegio”.

Anónimo. Escena de encierro en el matadero de Sevilla, ca.1720. Colección Real Maestranza de Caballería de Ronda.

Esta descripción de Jose María Blanco White, comprendida en sus Cartas desde España que comenzaron a publicarse en el New Monthly Magazine de Londres en 1821, refleja la actividad previa a la fundación de la escuela de Pedro Romero en el matadero de Sevilla situado en el arrabal extramuros de San Bernardo, colegio de las primeras figuras de la fiesta de los toros, como Joaquín Rodríguez Costillares, Pepe Hillo, Curro Guillén, Antonio Ruiz el Sombrerero, Juan León, Manuel Lucas Blanco,  Juan Jiménez el Morenillo, Juan Martin, Juan Yust, Curro Cúchares, Manuel Domínguez Desperdicios y tantos otros.

Este matadero, que comenzó a construirse por orden de los Reyes Católicos en 1489 frente a una de las puertas de la ciudad (la islámica Minhoar que pasaría a llamarse de la Carne) convocó desde muy temprano la atención de la gente, que acudía a presenciar las faenas de lidia de las reses que se trasladaban desde las dehesas municipales, y que tenían lugar en el llano convenientemente cercado antes de ser metidos en los corrales. En los lances de burlas al toro de los trabajadores del matadero, matarifes o jiferos, está el origen del toreo a pie, como señalan autores como García Baquero y Pedro Romero de Solís. De la catadura de estos profesionales, “ministros de aquella confusión”, y de los valentones que se daban cita para alardear da cuenta el testimonio cervantino de El coloquio de los perros: “todos cuantos en él trabajan, desde el menor hasta el mayor, es gente ancha de conciencia, desalmada, sin temer al Rey ni a su justicia”(…) Por maravilla se pasa día sin pendencias y sin heridas, y a veces sin muertes; todos se pican de valientes, y aún tienen sus puntas de rufianes”. Era tan evidente que el espectáculo merecía la pena, con espectadores alrededor del llano o subidos en las almenas de la muralla próxima, que se levantaron construcciones para que tanto el público como las autoridades pudieran presenciarlo con la mayor comodidad, obras que se consideran los primeros edificios específicamente taurinos.

La primera visión de este espacio de la que se tiene constancia es el grabado basado en el dibujo del holandés Joris Hoefnagel de 1565, en el que se puede observar en el plano medio la actividad taurina. Posteriormente, en una serie de pinturas del XVIII, de la que forma parte el cuadro que comentamos y recogidas en el artículo del profesor Antonio Albardonero de la Universidad de Sevilla titulado “La génesis de la tauromaquia moderna…”, ya se distingue el mirador destinado a las más altas autoridades similar en tipología a los que eran frecuentes en la ciudad, y del que se puede decir que es el primer palco presidencial en un ruedo taurino. La perspectiva que ofrecen estas pinturas la proporcionaba otro mirador situado dentro del recinto amurallado, aprovechado por los artistas para plasmar las escenas. Este mirador aún se conserva, embutido entre dos calles aledañas a la zona.

Joris Hoefnagel, Quien no haHoefnagel, Joris, Quien no ha visto Sevilla no ha visto maravilla, grabado calcográfico, 1565, en Civitatis Orbis Terrarum, vol. V, p. 7. Biblioteca Nacional, Madrid.

La Escuela de Tauromaquia que dirigió Pedro Romero durante tres años comenzó su andadura en 1830, y para impartir sus lecciones se habilitó una plaza circundada de barreras y una andamiada para las personas a las que se les permitía la entrada, gratuita o de pago, así como un chiquero para la separación del ganado, “todo lo cual se ha ejecutado sin que se ocasione ningún entorpecimiento en las operaciones del mismo matadero”, como reza un informe del alcalde Arjona de 1831. La escuela fue efímera, ya que fue clausurada en 1833 poco después de la muerte de Fernando VII. El matadero fue desmantelado en 1914, pero sus restos han reaparecido en el actual mercado de abastos que ocupa la antigua estación de trenes de San Bernardo.

Bibliografía

Albardonero Fraile, Antonio.  La génesis de la tauromaquia moderna: la presidencia de la autoridad y la construcción de tribunas. Laboratorio de Arte, Universidad de Sevilla, 2005.

Romero de Solís, Pedro; García-Baquero, Antonio;Vázquez Parlade, Ignacio. Sevilla y la fiesta de toros. Biblioteca de temas sevillanos. Ayuntamiento de Sevilla, 1981.

Romero de Solís, Pedro. El rapto del toro: eques agonistes. Revista Separata, 1, 1978-1979, Sevilla.

García-Baquero, Antonio. El macelo sevillano y los orígenes de la tauromaquia moderna. Taurología, nº2, 1990.

J. M. Cossío. Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. III. Espasa Calpe, Madrid, 1943.

Velázquez y Sánchez.  Anales del toreo.  Imprenta y ed. Juan Moyano, Sevilla, 1868.

Rivas, Natalio. La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y otras curiosidades taurinas. Ed. libr San Martin, 1939

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  1. Una vez más, este blog da una lección magistral de cómo debe ser contada, explicada, transmitida a los más jóvenes o a todos aquellos que quieran saber de verdad, con rigor, en qué consiste la Tauromaquia.

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